Escrito por Félix Chacón
Jueves, 08 de Octubre de 2009 03:18
altSi alguna palabra ha signado el mundo cafetalero en su totalidad, de lo cual existe profusa referencia escrita a la cual referirse, es la palabra crisis. Aunque las más reportadas y las que dejan mayores secuelas usualmente son las crisis internacionales, las crisis nacionales de países como Brasil o Colombia, o las regionales en Continentes como África, y las del sub-continente centro americano, también han dejado su marca en el tiempo. Y si se es conocedor del mundo del café en algún grado, también se sabe que el futuro nos depara muchas crisis por venir.
Sin embargo y a pesar de las crisis, el mundo cafetalero siempre se ha sobrepuesto a ellas sin importar su magnitud o duración. Vale mencionar que recién saliendo de la más prolongada crisis internacional de precios a mediados de la actual década, las economías cafetaleras han tenido que incluir nuevamente la palabra más temida pero una de las más frecuentes de su vocabulario, crisis, en sus actividades debido a la que desde 2008 sufrió el mundo financiero global y que aunque no cafetalera ha causado estragos en muchos países cultivadores y exportadores del rubro.
Pero crisis o no crisis la gente del café en su totalidad se las arregla con impensable creatividad y persistencia para renovar los arsenales necesarios para sobreponerse y seguir adelante.
Ahora mismo a pesar de las circunstancias sociales, económicas, e inherentes al rubro en cada país cafetalero. A pesar de los huracanes que han devastado la caficultura en países de Centro América en años recientes. A pesar de que Colombia fue desplazado de su sólido segundo lugar como productor por Vietnam, y a pesar de la complejidad de la caficultura colombiana.
A pesar de las vicisitudes de los países productores en África, y de la problemática de los países productores de café en Asia. Muy a pesar de todo esto, la caficultura ha dado demostraciones fehacientes de adaptación a un nuevo mundo, y malamente puede tener uno noticias de ningún país que no esté haciendo ingentes esfuerzos dirigidos a sostener la viabilidad de su caficultura para proteger a sus caficultores, aumentar sus exportaciones, mejorar la calidad, abastecer a sus mercados locales.
No hay país que no esté creando condiciones de todo tipo para que el consumidor final (nacional e internacional) sean recipientes de un producto de mayor calidad, que no esté creando las condiciones para que la industria torrefactora progrese y ofrezca mejores y más diversos productos. No hay país que no esté tratando de abrir mercados para que la inversión privada local e internacional inicie o expanda negocios, que no se esté adaptando a las nuevas exigencias ambientales de producción de café, que no adopte las nuevas tendencias tecnológicas para procesar más eficientemente y a menor costo el grano, que no experimente con las nuevas formas de comercialización, que no se dedique a la persecución de nuevos nichos de mercado, y que no esté tratando de mejorar las condiciones laborales, económicas y sociales del productor y su familia.
Mientras, los productores de café en el mundo cada día tienen más acceso a nuevas tecnologías para la agricultura cafetalera para el procesamiento de la cereza, el café pergamino y el café verde. Para la mejora en productividad por hectárea cosechada, para el mejor y más racional uso de fertilizantes, con renovada conciencia en lo atinente al medio ambiente y la puesta en marcha de sistemas dedicados a preservar el uso del agua. El productor dispone de mejores equipos y técnicas de beneficio húmedo y seco aguas abajo, los cuales mejoran considerablemente la calidad del producto y reducen los costos de producción.
De igual forma, los productores hoy día disponen de diferentes herramientas informáticas, organizativas y administrativas, las cuales los ayudan a llevar mejor su negocio individual y en forma asociada, sin mencionar los recursos tecnológicos, financieros, asociativos, de extensión, a los cuales tienen acceso desde los distintos entes gubernamentales centrales, estatales, municipales, asociaciones gremiales, organizaciones internacionales, universidades, compañías privadas, etc. Además, los fabricantes de maquinaria, equipos y sistemas de procesamiento de café en sus distintas etapas, ponen a la disposición de productor y procesador de café la última tecnología poseedora de años de investigación y desarrollo para incrementar las eficiencias, mejorar la calidad del producto y reducir los costos.
En la mayoría de los países productores y exportadores de café verde e industrializado, el Estado se encarga de generar las políticas necesarias, consistentes y promotoras de la actividad cafetalera en su totalidad consciente de la importancia que tiene el rubro para el país en términos del mercado local, generación de puestos de trabajo, contribución al PIB, y como generador de divisas.
La literatura sobre los diferentes existentes y nuevos programas dirigidos a promover y apoyar la actividad cafetalera son profusos, desde los esfuerzos para producir nuevos productos desagregados como los cafés especiales y el café orgánico, a la investigación dedicada a mejorar la calidad del café en general, a la mejora en las opciones de financiamiento para productores y promoción a las exportaciones.
La mayoría de los países productores y exportadores de café tienen sus agencias promotoras que bajo el nombre “Café de….” se han organizado progresivamente en todo el mundo. Es así como en nuestro Continente existen las muy afamadas Café de Colombia y Cafés de Brasil, Café de El salvador, Café de Costa Rica, Café del Perú, Cafés de México, o similares instituciones de India, África, Asia.
También se observa que las ferias comerciales dedicadas al café en un período relativamente corto han proliferado en todo el globo. Existes ferias locales, regionales e internacionales, en las cuales los “Cafés de….”, asociaciones de productores, asociaciones dedicadas al rubro en diferentes áreas, institutos de investigación, exportadores, importadores, fabricantes de maquinarias, publicaciones especializadas, público en general, en sí, todo aquel con intereses en el tema de café por una u otra razón. En nuestro Continente hay ferias mundialmente reconocidas como la de la SCAA con una edición europea y otra asiática, o Sintercafé en Costa Rica, Rama Café en Nicaragua, Ana Café en Guatemala, Expocafé en México, o los cuatro o cinco importantes eventos anuales en Brasil, y los de Perú y Ecuador.
Además, todo tipo de ONG´s para los diversos temas cafetaleros desde los niños hasta la mujer, mejores prácticas comerciales a organizaciones ambientalistas. Unas adscritas a organismos como la ONU, la EU, otras a privados, fundaciones de compañías, entes gubernamentales, etc., todos en la búsqueda de mejoras para la gente del café, del producto en sí, de los precios que reciben los productores, las condiciones de vida de los productores, cuido y mejoras en el medio ambiente, etc.
Llama la atención los planes a largo plazo emprendidos por países como Brasil que desde hace ya unos 10 años se propuso aumentar el consumo interno de café de su población mediante una de las más creativas y prolíficas campañas institucionales que engloba al sector cafetalero todo. Por tanto aspectos como producción, productividad, inversión privada nacional e internacional, incremento en área sembrada, mejoras en la calidad de vida del productor, nuevos puestos de trabajo, mayor interés en el rubro por parte del gobierno y entes especializados, mayor investigación y desarrollo gubernamental y privado, y un largo de etcs. que sólo han ayudado por separado y conjuntamente a que el sector café desarrolle una nueva sustentabilidad capaz de crear progreso y desarrollo.
Se ha mencionado al sector primario productor y al procesador, sin embargo aguas abajo, el sector industrial fabricante de los productos finales al consumidor, también forma parte integral de la estrategia y sus acciones son dirigidas a fabricar más y mejores productos de mayor calidad para satisfacer las necesidades de un mercado ávido de una más amplia oferta. Los industriales brasileros del café no paran de ofrecer nuevos productos, empaques, calidades diferenciadas, tampoco paran en cumplir con nuevas y más exigentes normas de calidad, ni parecieran detenerse en detalles para cumplir con certificaciones nacionales y hasta internacionales con tal de llevar calidad a la taza, donde todos los esfuerzos grupales del mundo del café son finalmente evaluados.
No obstante, en un pronunciado contraste y casi a contracorriente y contrario al interés nacional general, de los productores, del sector industrial del sector exportador, del consumidor final, de la lógica misma, existe un país el cual para su vergüenza ha devenido en importador gubernamental de grandes cantidades de café verde, a pesar de su esplendoroso pasado como uno de los principales productores y exportadores de cafés de calidad del mundo.
Se ha dicho que las crisis son cosa normal en el mundo del café en cualquier país. Lo que a todas luces no puede ser normal es que un gobierno acabe con su caficultura debido a la implementación errada de políticas cafetaleras en pro de un proyecto político. Mientras tanto, a pesar de las crisis el mundo internacional del café se renueva como cafetal en nueva temporada, se reinventa y ofrece bienestar y progreso a los caficultores y a toda la cadena que en el sector labora.
En el país que nos atañe no ha habido sector cafetalero que no haya sido tocado negativamente. No cometeré el error de aseverar lo que deben asegurar los actores del rubro, sin embargo bastaría mencionar temas como adecuación de fincas, productividad, financiamientos, asistencia técnica, seguridad personal, nuevas tecnologías de procesamiento, nuevas maquinarias, vialidad agrícola, precios justos y cónsonos con los tiempos y las necesidades, investigación y desarrollo, apertura-financiamiento-y promoción a las exportaciones, renovación de los beneficios y plantas procesadoras, medio ambiente de café, mejoramiento del ambiente de libre comercio, política de precios con reglas claras y revisión periódica, devaluación del signo monetario, control de la inflación, seguridad legal para el sector industrial y sus inversiones, etc.
El país en cuestión en los años ´70 fue ejemplo vivo de lo que se debe hacer. Se creó un organismo rector de la caficultura el cual fue organizado para atender los más diversos temas desde los meramente técnico-agronómicos hasta los más sofisticados como el comercio exterior. Proliferaron los beneficios húmedos y secos en diferentes dimensiones y capacidades para cubrir las necesidades de las comunidades productoras. Se dotó al sector de la más sofisticada y eficiente maquinaria de procesamiento. Las agregadurías comerciales de las embajadas del país en el exterior se pusieron a disposición del café. Se crearon decenas de torrefactoras a lo largo y ancho del país para atender la creciente demanda. Se incrementaron las exportaciones. Se atendieron tanto las necesidades del sector productor como las del industrial. Se creó la más extensa red de Cooperativas, Paccas y Uprocas cafetaleras como entidades asociativas y productivas de los productores. En sí, esa época dejó, aunque maltrechas hoy día, grandes medianas y pequeñas centrales procesadoras de café, e infraestructura cafetalera en general. Dejó también marcas de productos fabricados en el exterior con cafés del país. Asimismo impulsó el desarrollo de las zonas cafetaleras, y financió la escolaridad de miles de ciudadanos que en casos fueron a parar a París, Nueva York, Brasil, Canadá, Argentina, etc., desde sus fincas en las montañas. La época inyectó salud, educación, esperanza, en sí, prosperidad y progreso.
El país a pesar de las crisis cafetaleras, económicas, financieras, y de la eterna problemática interna se las arreglaba para año tras año producir la cosecha que cubriría el consumo local así como las exportaciones del grano a los mercados internacionales. Se puede decir que el rubro generó divisas en la mayor parte del tiempo, muchas o pocas, pero las generaba, basta con revisar la memoria y cuenta anual del organismo rector.
No faltará quien demerite por el sólo hecho de hacerlo. Tampoco el quien concienzudamente y con legítimo conocimiento de causa critique el diseño, los errores, las políticas del pasado sub-sistema cafetalero del país, no obstante, decenas de miles de familias cafetaleras que han trabajado su tierra por generaciones existen para decir lo que se tenga que decir. Cientos de funcionarios gubernamentales, gerentes de Cooperativas, Paccas y Uprocas, miles de trabajadores y jornaleros, decenas de torrefactores, pudieran también atestiguar al respecto.
Debo mencionar que ni de cerca he vivido el café como lo habrían hecho las mujeres y hombres productores del rubro, o los jornaleros y demás obreros, o los industriales, o los funcionarios de los diferentes ministrerios, organismos, universidades, etc. Sin embargo el haber estado cerca del café durante más de 20 años de actividades me otorga licencia para sentir la más profunda tristeza ante el desmantelamiento de la caficultura de mi país. Un país que por política caficultora aplica hoy día la inestabilidad jurídica sobre la tenencia de la tierra, los bienes de producción, la inversión y el trabajo mismo. Un país que bajo una promesa inalcanzable y engañosa maltrata a su sector productor. Un país en donde para justificar cambio se desechan los Derechos Humanos de todos los ciudadanos. Un país en donde el fin justifica los medios. Un país en el cual las ineficiencias e imbecilidades gubernamentales se cubren con mentiras pasándoles el bulto a otros con las culpas de ellos. Un país en el cual hay que cerrar empresas centenarias para importar café y hacer negocios. Un país en el que el gobierno criminaliza para tapar sus propios crímenes.
Ni de cerca puedo sentir lo mismo que las mujeres y hombres del café, pero me expreso y me revelo ante el atropello e involución al que nuestra caficultura está sujeta hoy día.
Cuando un país aúna esfuerzos, contagia voluntades, invoca unidad nacional de sus ciudadanos, todo es perfectible por malo que sea su estado, no hay crisis que no pueda ser superada. Al contrario sucede cuando uno sólo es el que dicta.
“Por el aroma yo lo sé……….”, sólo que ese aroma ya no es dulce, se ha tornado amargo, como la revolución.
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(*): Versión íntegra de artículo publicado en El Universal en forma abreviada
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